La noche del 23 al 24 de junio los gallegos –al igual que en otras zonas de España y del mundo- invocamos al bien y alejamos al mal, deseando que los buenos conjuros nos ayuden hasta el siguiente 23 de junio.
Las brujas despliegan una gran actividad y se producen desde el anochecer y hasta el canto del gallo febriles luchas entre luces y sombras, entre el bien y el mal. De ahí que hasta en el lugar más recóndito se encienda una hoguera como símbolo purificador y protector.