Durante décadas los expertos han tratado de dilucidar si las llamadas Tablas de barro de Astorga son auténticas. Los resultados no dejan dudas: son de mediados del siglo III, entre los años 267 y 276. El Laboratorio de Datación y Radioquímica de la Universidad Autónoma de Madrid llevó a cabo análisis de termoluminiscencia (una prueba que se emplea en arqueología para determinar la edad de piezas sometidas a calentamiento) a partir de fragmentos minúsculos de la arcilla con que se hicieron estas piezas enigmáticas, tan extrañas que constituyen un unicum. Las tablas son una suerte de mapas de carreteras de la época, con las mansiones y civitates que hay en cada ruta, así como la distancia entre las mismas.