Un dado es un objeto de forma poliédrica (aunque la RAE, en su definición, solo cita el cúbico, es decir, de seis caras) preparado para mostrar un resultado aleatorio cuando es lanzado sobre una superficie horizontal, desde la mano o un cubilete, en cuyo caso los resultados ocurren con una probabilidad que se distribuye mediante una distribución aleatoria.
Fueron muy usados en Grecia y Roma, como consta por algunas pinturas de vasijas y por los objetos mismos frecuentemente hallados en excavaciones. En Roma se llamaban álea (como dijo Julio César al cruzar el Rubicón: Alea jacta est: ‘el dado tirado está’ o «la suerte está echada»), de álea proviene aleatorio, ‘al azar’.
Aunque los que se usaban en juegos y adivinaciones generalmente se hacían de marfil o hueso, se encuentran también de ágata, bronce y vidrio. En realidad pueden ser de cualquier material (madera, espuma, plástico) dependiendo del uso que les queramos dar, pero suelen ser materiales resistentes, al estar pensados para ser «tirados» y por ello deben soportar golpes sin dañarse. Y con cuantas caras queramos, sobre todo para los juegos de Rol (2, 3, 8, 12, 100).
Los dados habituales son cubos pequeños, de uno o dos centímetros, y cuyas caras están numeradas de 1 a 6 (normalmente mediante disposiciones de puntos o a veces números arábigos), de tal manera que las caras opuestas suman 7 puntos. Pueden llevar en sus caras otros elementos como los dados de Poker (con las seis cartas con más valor: as, K, Q, J, 10 y 9) o dibujos o textos indicando, por ejemplo, acciones a realizar (salta, besa, pierdes turno, etc).