En primer lugar, debemos entender y aceptar que la Navidad no tiene su origen en el cristianismo puro, sino que en el paganismo anterior. Incluso dentro del cristianismo se barajaban dos fechas, el 6 de enero (fecha de la bendición de los ríos en el culto de Dionisos, que los griegos identificaron con el dios egipcio Osiris) y el 25 de diciembre, fecha que triunfó.
Los orígenes de esta celebración, el 25 de diciembre, se ubican en las costumbres de los pueblos de la antigüedad que celebraban durante el solsticio del invierno (desde el 21 de diciembre), alguna fiesta relacionada al dios o los dioses del sol, como Apolo y Helios (en Roma y Grecia), Mitra (en Persia), Huitzilopochtli (en Tenochtitlan), entre otros.
El 25 de diciembre que se celebraba en al época romana debió ubicarse entre el 21 y 22 de diciembre de nuestro Calendario Gregoriano (solsticio de invierno).
En fechas cercanas también otras culturas ubicaban sus celebraciones de «invierno»:
Los germanos y escandinavos celebraban el 26 de diciembre el nacimiento de Frey, dios nórdico del sol naciente, la lluvia y la fertilidad. En esas fiestas adornaban un árbol perenne, que representaba al Yggdrasil o árbol del Universo, costumbre que se transformó en el árbol de Navidad.
Los mexicas celebraban durante el invierno, el advenimiento de Huitzilopochtli, dios del sol y de la guerra, en el mes Panquetzaliztli, que equivaldría aproximadamente al período del 7 al 26 de diciembre de nuestro calendario.
Los incas celebraban el renacimiento de Inti o el dios Sol, la fiesta era llamada Cápac Raymi o Fiesta del sol poderoso que por su extensión también abarcaba y daba nombre al mes, el primer mes del calendario inca. El 23 de diciembre es el solsticio de verano austral, el Sol alcanza su mayor poder (es viejo) y muere, pero vuelve a nacer para alcanzar su madurez en junio.
La influencia más antigüa que conocemos podría ser:
En Babilonia aproximadamente 2600 años a.C. la leyenda relata que existía una reina llamada Semiramis en cuyo vientre crecía su hijo Tamuz, que según aquella religión, habría concebido virginalmente, otra variente dice que el hijo era en realidad su marido, Nimrud, reencarnado de forma sobrenatural.
Pero las influencias directas debemos verlas en:
Los romanos honraban a Saturno, el antiguo dios de la agricultura, cada año que comenzaba el 17 de diciembre y duraba 7 días, hasta el 25. En un festival llamado Saturnalia, se glorificaban más allá de los días en que el dios Saturno gobernó. Por la celebración de Saturnalia los romanos posponían todos los negocios y guerras, había intercambio de regalos, y liberaban temporalmente a sus esclavos. Tales tradiciones se asemejan a las actuales tradiciones de Navidad y se utilizan para acercar a los romanos que aún celebraban los cultos saturnales a la emergente religión cristiana..
Al final de la Saturnalia, el 25 de diciembre, se celebraba el nacimiento del Sol —Natalis Solis Invictis (nacimiento del sol invencible)— personificado en el dios Mitra. Aunque el culto a Mitra tenía orígenes persas (el dios Mithra), se convirtió en la religión dominante en Roma, especialmente entre los soldados.
La fiesta de Navidad empezó a celebrarse como una fiesta cristiana a partir de la época de Constantino, y en el año 336 apareció por primera vez tal fiesta en el calendario romano, gradualmente fue entrando en las tradiciones oficiales de la Iglesia cristiana, hasta que en el siglo V, queda ordenada oficialmente, eclipsando del todo a la fiesta del Sol invictus.