Unas figuras ocres miran al espectador. A simple vista, parecen pintadas por un párvulo. Son de un trazo sencillo y esquemático. Pero resulta que la mano que decidió dejar su impronta aquí lo hizo, «aproximadamente», en algún momento de un día de hace 3.500 años antes del nacimiento de Cristo. Se trata de las pinturas rupestres de Sésamo, en el municipio de Vega de Espinareda, que junto a las de Librán (Toreno) forman parte de uno de los conjuntos artísticos más desconocidos de la provincia de León y catalogado como Bien de Interés Cultural.
Peña Piñera se alza como una almena de un castillo rocoso sobre el pueblo. Aquí, entre las rocas de este descarnado lugar, conviven más de 600 figuras (entre hombres, animales, puntos o formas vegetales) de la época del Neolítico, aunque su datación parece imprecisa. «Solo sabemos que tienen los patrones típicos de las pinturas esquemáticas y que se pintaron a partir del Neolítico en adelante», afirma José Luis Avello, profesor de Historia de Arte Antiguo en la Universidad de León (ULE).
Oculto, sí, pero también un tesoro supeditado al paso inexorable del tiempo. Por eso, un problema añadido es su puesta en valor y protección. Los expertos reconocen que se puede hacer poca cosa, debido a que estas pinturas están al aire libre y sometidas a la intemperie durante los 365 días del año.